Sergio Fuster
Podríamos
decir que la experiencia religiosa no es proveniente ni del sujeto ni del
objeto, es inobjetivable. Pero como toda vivencia humana tiende a ser
comunicada, socializada, por lo tanto se expresa en una forma de lenguaje que
tiene su propia morfología. El estudio de la articulación de este lenguaje va a
permitir desestructurar dicha experiencia de tal manera que sea legible para el
campo del análisis, que es en este caso de tipo fenomenológico.
La vivencia
humana con relación a lo numinoso, es disparada cuando “lo otro” irrumpe en su
vida y hace una incisión en sus fundamentos ontológicos, creando de este modo,
una experiencia que se vive en el fondo entitativo pero que pertenece a otro
orden de realidad. La misma se
experimenta en el ser en cuanto ser (Dasein
como diría Heidegger) y luego es proyectiva (más allá de) por su misma
naturaleza, es el religare que ya
había notado Zubiri. Es decir, primero se intuye interiormente, este será el campo
de estudio de la psicología, luego se “muestra” o produce un fenómeno, o sea
una manifestación externa inserta en el
tiempo y en el espacio, este será el objeto de estudio de la historia y de la
sociología como ciencias positivas y de la fenomenología como método.